“La historia está escrita con sangre;

Pueden encubrirla, pero no cambiarla”

 

 

La Real Academia Española define “historia” como “narración y exposición de los acontecimientos pasados y dignos de memoria, sean públicos o privados… conjunto de sucesos que ocurren a un pueblo o nación”, sean estos, políticos, económicos o de cualquier otra índole.

 

Por otra parte, el Diccionario Expositivo (VINE) nos dice que “historia” es un relato que expone o describe algo detalladamente. Por ejemplo; Génesis narra la historia de la creación y el principio de todas las cosas. El Antiguo Testamento nos muestra la historia del inicio, duración y fin del pacto entre Dios y la nación Israelita etc.

 

Algo interesante que la historia Bíblica hace, es de exponer hechos públicos, pero también privados. Pero no solo eso, sino que va más allá relatando lo bueno y lo malo. Igual podemos leer las victorias como las derrotas, los momentos dulces y los momentos amargos que alguien vivió. Una imagen que usted puede traer a la memoria, por ejemplo, al leer los evangelios, es la de Pedro; 1) Pedro ofreciendo su vida por Jesús. 2) Pedro negando a Jesús. Y 3) Pedro predicando y dando su vida por Jesús. Dios nos ha querido dar a conocer así la realidad de las cosas que son necesarias, sin encubrir lo malo o vergonzoso.

 

El uso de una copa en la Cena del Señor es algo que podemos poner en este contexto. Un día, muchos hermanos dejaron de usarla por el hecho de considerarla “antihigiénica.” Para otros, luego, “sin relevancia.” Cuando este tipo de problema comenzó a ocurrir durante las primeras décadas de la vida de la iglesia, el apóstol Pablo atacó este problema apuntando hacia atrás, haciendo ver lo ocurrido “la noche que fue entregado” (1 Corintios 11:25), destacando así, la relevancia de usar un pan y una copa (conteniendo el fruto de la vid) pues Jesús lo hizo con sus discípulos de esa forma.

 

La historia de los Evangelios (Mateo, Marcos y Lucas) relata lo sucedido en aquella noche. Jesús estableció su Cena, usando un solo recipiente del cual bebieron todos. Esto es algo que más adelante el apóstol Pablo se encargó de confirmar, o aun viéndolo de otra forma, fue el Espíritu Santo (2 Pedro 1:20-21) quien, inspirando a los hombres de Dios, relata el uso de un pan, una copa y el fruto de la vid. Pero es también la misma historia quien se encarga de descubrir la necedad de los hombres, registrando sus decisiones y sus acciones. Por ejemplo, alrededor del año 57 de nuestra era, fecha en que se considera se escribió la primera Carta a los Corintios, el apóstol Pablo señalaba ya, “… esto no es comer la cena del Señor” (1 Corintios 11:20) debido al desorden al momento de dicha celebración. Instando así, a obedecer lo establecido por Jesucristo. Este problema fue atajado y la iglesia siguió agradando a Dios.

 

Es interesante notar que la figura de una copa en la Cena no desparece. En primer lugar, lo podemos confirmar en los libros del Nuevo Testamento, entre los Evangelios y Las Cartas esta enseñanza persiste. La historia extra Bíblica se encarga de descubrir que aun en la iglesia apóstata, y con ello me refiero al catolicismo, siguió conservando en sus ceremonias el uso de una copa. Basta consultar una Enciclopedia en la cual nos informa que, en los primeros siglos, lo único que cambiaba era el material, el tamaño y la forma, pero realmente, siempre hubo un recipiente en la distribución del fruto de la vid, hasta que llegaron las copas protestantes como algunos le llamaron.

 

La historia nos informa de otros momentos que se relacionan con la copa de la comunión, como aquel en el concilio de Constanza Alemania, efectuado en el año de 1414-1418, en el que el catolicismo prohibió la copa de la comunión al pueblo. Unos siglos más tarde, en el año de 1894John G. Thomas, pastor de la Iglesia Presbiteriana inventó y dio inicio al uso de las copas individuales en la Cena. Médico de profesión, el motivo de su invento fue la higiene. El primer culto donde las usaron fue en el condado de Putnam en el estado de Ohio EE.UU. Pero la historia no termina allí, tan solo unos 20 años después, en 1914 el hermano G. C. Brewer predicador de la Iglesia de Cristo en Chattanooga Tennessee, Estados Unidos, introdujo las copas individuales para la comunión en el culto de adoración apartándose así, de lo establecido por el Señor Jesús.

 

Creo que el problema aún no ha terminado, y en el futuro podremos darnos cuenta de los cambios o innovaciones que seguirán viniendo. Pero algo cierto que podemos ver en nuestros días, es que cuando hablamos con algún hermano que practica esta doctrina de las copas individuales en la comunión, muchas veces se molesta, pero casi siempre está tratando de justificar el por qué lo hace, otros le restan importancia, pero mucho otros que defienden su posición, quisieran poder borrar la historia, borrar esa historia escrita por el mismo hermano Brewer que narra en su propio libro como lo hizo y las luchas que enfrentó en la iglesia hasta llegar a ser aceptado. A lo que simplemente podemos ver, que borrar esa historia es imposible, no se puede cambiar. Creo que la única forma de hacerla diferente, es dejando las copas individuales para hacerlo de la forma en que Jesucristo lo hizo “aquella noche” con sus discípulos.

 

¿Relevante? Creo que, para muchos, este tema ha dejado de ser importante, lo demuestra su actitud, poniendo oídos sordos y los cambios que han efectuado en la Cena del Señor. El sentir que tuvo el hermano Lucas fue diferente: “Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas” (Lucas 1:1-3). Y la forma de ponerlas “en orden” fue “investigando las cosas.” El mismo Lucas narra sobre el sentir de los de Berea (Hechos 17:11) y este no fue; “eso no tiene nada que ver,” “eso no es importante” como algunos recitan hoy, sino más bien el de “investigar” y asegurarse que lo que les enseñaban estuviera fundamentado en las Sagradas Escrituras. Que Dios te bendiga.