Enfermedades Infecciosas y la   

Copa de la Comunión Compartida

                                        

G. Keith Bullock

 

 

 

Jesucristo estableció, la noche que fue entregado, lo que comúnmente llamamos, “La Cena Del Señor.” Este hermoso evento fue registrado, para nosotros, por cuatro autores Novotestamentarios bajo la guía del Espíritu Santo.


 

Los hechos se pueden encontrar en: 1 Corintios 10 y 11, Mateo 26, Marcos 14 y Lucas 22. Las cuatro narraciones muestran claramente, y en esto concuerdan todos los comentaristas de reputación, y todos los estudios de la lengua original prueban, que solamente se usó una copa en el establecimiento de esta hermosa celebración. Solamente aquellos individuos menos avezados, discutirían el hecho de que se usó una sola copa en el establecimiento de la “Cena Del Señor.”


 

Con el paso del tiempo, los hombres comenzaron a pervertir la celebración. Esta perversión dio como resultado una fuerte reprensión, por parte del apóstol Pablo, hacia los Corintios, y su amonestación para que volvieran al patrón verdadero, tal como fue establecido por el señor Jesús. Un estudio cuidadoso de los capítulos 10 y 11 de 1 Corintios, revelará en detalle los errores que estos hermanos cometieron, e igual de claro, revelará el patrón verdadero que deberían seguir. ¡Lástima, que la carta a los Corintios no termino con la perversión de la “Cena Del Señor” para siempre!  



 

En 1894, un médico de nombre John G. Thomas, obtuvo la patente de las copas individuales para la comunión. En el presente artículo se incluye una fotocopia del primer conjunto de copas individuales otorgada por la oficina de patentes de los Estados Unidos. En los años, previos a 1894, hombres famosos en la historia de la medicina tales como: Van Leewenhoek  y Pasteur, habían descubierto el asombroso mundo de las criaturas microscópicas, demasiado pequeñas paras ser observadas a simple vista e hicieron la conexión entre estas criaturas y las enfermedades infecciosas.


 

La “Teoría de la enfermedad por Gérmenes” había nacido, y el hombre inició la batalla que ha resultado en la cura de muchas enfermedades, y vacunas para muchas otras. La idea de la propagación de las enfermedades de persona -a- persona estaba claramente establecida, y el doctor Thomas pensó que la copa de la comunión compartida, podía contribuir a la propagación de las infecciones. El inventó el conjunto de copas individuales para la comunión, según se muestra en la patente, y lo introdujo en la Iglesia presbiteriana donde también era ministro.


 

Estos utensilios se hicieron populares en muchas denominaciones y las compañías que las distribuían, a menudo hacían énfasis en las cualidades “higiénicas” que presumiblemente poseían.



A principios de 1900 un predicador de La Iglesia De Cristo, G. C. Brewer, comenzó a luchar por introducir las copas individuales para la comunión en la Iglesia del Señor. Un párrafo de su propio libro, “Cuarenta Años en la Línea de Fuego,” da detalles de su intenso esfuerzo para introducir este error en la Iglesia. Se anexa en este artículo también dicho párrafo. Haga favor de leer este párrafo y note como proclama victoria en la última oración. Bien, ¡el mal no ha ganado! Hombres fieles, aun luchan contra la falsedad y práctica corrupta, con celo y con la Verdad de Dios.

 

Hoy en día, los maestros de la Verdad, deben luchar no solo con los falsos profetas; sino también contra la influencia corruptora ejercida por la publicidad moderna. Los fabricantes de vasos de papel y enjuagues bucales, implantan la idea de que toda clase de bacterias y virus causantes de enfermedades, acechan en la boca humana y deben ser eliminados y por supuesto no ser pasadas de unos a otros por compartir los utensilios para beber.


 

Los falsos maestros, tienen una tarea sumamente fácil, toda vez que encuentran el miedo subconsciente a las infecciones ya implantado por el mundo externo, y todo lo que tienen que hacer es evocar ese miedo cuando tratan de convencer a la gente de que el número de copas, usadas en la Cena del Señor, no importa. Pero Dios y Cristo sabían acerca de la bacteria y de los virus, mucho antes de que el hombre siquiera soñara que tan pequeñas criaturas pudieran existir (Juan 1). Ya que Dios y Cristo sabían más que cualquier otro hombre, ellos escogieron el elemento de beber, perfecto, para la Cena del Señor – el jugo de uva. Con este “fruto de la vid” para representarnos la sangre del Salvador, Dios provee seguridad para todos los que participan.


 

Nuestra convicción como cristianos, debe ser que Dios, y nuestro Salvador, jamás establecerían un proceso que pudiera dañarnos y luego ordenarnos llevarlo a efecto. Le Fe demanda una irrestricta confianza en Dios. Sin embargo, los que contradicen deben ser convencidos y los niños en Cristo deben ser afirmados, por lo tanto, ofrecemos estas palabras de estímulo.


 

Solo unos cuantos estudios científicos, bien controlados, han sido conducidos con la comunión y los comulgantes como sujetos específicos. Los hermanos James Orten y Alton Bailey, reimprimieron y revisaron algunos de estos experimentos en un folleto titulado: “Higiene en la Comunión, Segunda Edición” el cual fue publicado en 1993. En lugar de reproducir enteramente este trabajo, solo se citan las conclusiones de los experimentos. Favor de referirse a la bibliografía para la información completa de las referencias. Las conclusiones alcanzadas por los científicos contradicen lo que el mundo de la publicidad quisiera que creyéramos, pero ay una razón muy sencilla para ello el jugo de uva. 


 

Después de las conclusiones de los experimentos, se darán las explicaciones de los mismos.


La conclusión básica del estudio Hobss, Knowlden y White: el riesgo de transmisión de enfermedades es muy pequeño, y probablemente mucho menor que aquel de contraer infecciones por otro método en cualquier agrupamiento de personas.

 

La conclusión básica del estudio Burrows y Hemmens: sentarse en el cuarto con la persona infectada es más peligroso que beber de la copa de la comunión.

 

La conclusión básica del estudio Konowalchuk y Speirs: el vino sobrante después de la comunión, ha sido probado y se a encontrado que es, para todos los propósitos prácticos, estéril.

 

La conclusión básica del estudio Gill Review: el riesgo de infección a través de la copa de la comunión, es despreciable. Ningún episodio de enfermedad, atribuible a la copa de la comunión compartida, ha sido jamás reportado. No ay evidencia científica que sostenga el abandono de la copa de la comunión compartida.

 

¿Por qué sería la comunión mucho más segura que cualquier otra cosa que hagamos cuando nos reunimos? ¡El jugo de uva! Muchas enfermedades infecciosas se difunden mediante el aire que respiramos, o por contacto directo entre unos y otros. Esta es la razón por la que los investigadores concluyeron que estar en el mismo cuarto con una persona infectada, era más peligroso que compartir la comunión con esa persona.


 

Muy pocas enfermedades peligrosas se difunden por el contacto con las superficies del medio ambiente. Y NINGUNA bacteria o virus puede contraerse mediante la comunión, debido al jugo de uva. Dios y Cristo sabían exactamente el elemento, para beber, correcto para representar la sangre del Salvador. El jugo de uva contiene tres clases de químicos que matan las bacterias y desactiva los virus. Los compuestos fenólicos. Taninos y ácido ascórbico presentes en el jugo de uva, lo hacen mortal para estas criaturas.


 

La agroquímica moderna ha probado que las uvas son una fuente excelente de compuestos fenólicos y taninos. En un artículo sobre los antioxidantes naturales, los autores hicieron ver que “las uvas, vinos y productos derivados de la uva, contienen grandes cantidades de compuestos fenólicos en altas concentraciones”. Los fenoles y los taninos trabajan contra las bacterias y virus envolviendo las proteínas en su capa externa. La acción de envolvimiento es inmediata y tan pronto como una bacteria o virus entra en contacto con el jugo de uva se vuelve inofensiva. Las propiedades de envolvimiento inmediatas e irreversibles, se pueden demostrar fácilmente en situaciones de lavandería. Advierta que difícil es remover las manchas de jugo de una prenda de vestir, aun cuando se comience a intentar removerlas inmediatamente. Las bacterias y virus no tienen la manera de remover los fenoles y taninos de ellos mismos. En esta situación no pueden penetrar las defensas naturales del cuerpo y entonces al ser tragados, son destruidos por los ácidos del estómago. El ácido ascórbico (Vitamina C) es bien conocida como conservador y es utilizada con ese propósito en muchos alimentos preparados que compramos.


 

Aunque este estudio fue publicado en 1988, mi revisión personal de la literatura médica desde entonces ha descubierto que no ay casos reportados de infección difundida a través de la copa compartida. Aun con el vasto incremento de la literatura médica a que se tiene acceso, de fuentes de todo el mundo, no a salido a la luz ningún artículo afirmando que ha sucedido dicho evento.


 

Los compuestos fenólicos, los taninos y el ácido ascórbico, se encuentran en todo tipo de jugo de uva. En los Estados Unidos, el jugo de la uva Concorde es comúnmente usado en la comunión. El color purpura oscuro del jugo, proviene de la piel de la uva donde se encuentran las más altas concentraciones de estos químicos. En otros países las uvas más comunes pueden ser las rojas o las verdes como fuente del jugo usado, pero ellas también contienen los químicos protectores en abundancia. Así que, Dios ha provisto en todas partes del mundo la sustancia perfecta para representar la perfecta sangre del perfecto Salvador.


 

Luchemos por la perfección como participantes de la cena del señor, nunca dudando de la gracia y gran amor mostrados por nuestro amante Padre. Él ha permitido que entremos en su nuevo testamento por el sacrificio de su hijo, así que no debemos temer cuando participamos de la comunión de la sangre de Cristo en una sola copa, la cual representa para nosotros el nuevo testamento.



 

BIBLIOGRAFIA

1.       Hobss, Betty C., Knowlden, Jill A., and White, Ann. “Experiments on the Communion Cup,“ Journal of Hygiene, 65 (1967), pp. 37-48.

2.       Burrows, William and Hemmens, Elizabeth S. “Survival of Bacteria on the Silver Communion Cup,” Journal of Infectious Diseases, 73 (1943), pp. 180-190.

3.       Konowalchuk, Jack and Speirs, Joan I. “Virus Inactivation By Grapes and Wines,” Applied and Environmental Microbiology, 32 (Dec. 1976) pp. 757-763. And “Antiviral Activity of Fruit Extracts, “Journal of Food Science, 41 (1976), pp. 1013-1017.

4.       Gill, O. Noel, “The Hazard of Infection from de Shared Communion Cup,” Journal of Infection, 16 (1988), pp. 3-23.

5.       Kanner, joseph, Frankel, Edwin, Granit, Rina, German, Bruce, and Kinsella, John E., “Natural Antioxidants in Grapes and Wines,” Journal of Agricultural Food Chemistry, 42